¿Afectan los trasplantes psicológicamente?

Un trasplante de cualquier tipo permite que órganos, tejidos o células de una persona muerta, o a veces viva, sean implantados en un enfermo que lo necesite. En algunos casos sirve para una mejora de la vida del paciente o en otros, salvar su propia vida. Aunque en todos supone una segunda oportunidad para los pacientes que sufren alguna enfermedad o han tenido un grave accidente.

Sin embargo, la recuperación de una operación de trasplante de cualquier tipo, no termina después de la operación, sino que el paciente se tiene que tratar psicológicamente toda la vida para poder entender que le ha pasado ya que representa un duro cambio llevar una parte del cuerpo que representó la personalidad de una persona que puede estar ahora muerta. Esto es una tarea complicada porque, por ejemplo, en los trasplantados de cara es un golpe muy duro verse al espejo y ver otro rostro ya que el cerebro tiene dentro el croquis de nuestra cara desde que nacemos.

Estos trastornos psicológicos normalmente pasan desapercibidos entre la sociedad y no se tiene en cuenta lo que suponen pero su cura va más allá de fármacos. Entre la lista larga de trastornos que se pueden producir están: Delirium, trastornos sexuales (miedo a dañar el órgano practicando relaciones o sentirse menos atractivo) o trastornos de ansiedad cuando reciben el alta hospitalaria (por temor a la infección del órgano) o causado por el alejamiento de los familiares.

Hay otros trastornos que afectan directamente a la recuperación física, como los trastornos del estado de ánimo. El más común son los depresivos y se producen durante los primeros meses de postoperatorio, es un problema clínico de gran importancia ya que puede afectar a las conductas de adherencia del órgano y esto provocar el rechazo. Además, la depresión puede causar tendencias suicidas en el paciente que se traduzca en una negación a tomar la medicación.


También los sentimientos del paciente pueden verse alterados cuando fantasean con las vidas de sus donantes. Si estos están muertos, pueden desarrollar un sentimiento de culpa al pensar que murió para que él mismo viviera. Por el contrario, a veces tienen miedo a ser deudor de la salvación y sienten que la vida ha de devolverles los les ha quitado. Si el donante esta vivo, el trasplantado puede sentir culpa por haber afectado a su salud.

Y, por último, esta el Síndrome de Frankestein que es una insatisfacción con la imagen corporal. El paciente se siente confeccionado con trozos de cadáveres ya que siente el órgano como un cuerpo extraño dentro de sí mismo que le introduce rasgos del donante. El primer caso se dio en un trasplantado de hígado procedente de una mujer, que decía que sufrió una crisis de identidad debido a que decía que se sentía “un poco mujer”.

Otros efectos son los causados por variables sociales, como la ausencia de apoyo familiar que puede provocar depresión en el paciente; reingresos en el hospital por complicaciones del trasplante; o muchas veces trastornos debidos a las expectativas que el paciente tenía de recuperarse en poco tiempo.

En España, el Hospital Virgen del Rocío y la Universidad Hispalense han puesto en marcha un estudio sobre todos estos efectos que cuenta con el apoyo de Sanidad. Este proyecto tiene como finalidad poner en práctica un programa psicoterapéutico para los afectados.

En mi opinión veo que un trasplante es un duro proceso que afecta a todo el cuerpo (física y mentalmente) que empieza cuando te lo comunican y termina mucho después de la operación, ya que la recuperación es lenta y costosa. Por esto, pienso, que como en todas las enfermedades es crucial el apoyo de los allegados y el buen estado de ánimo del paciente para mantener las fuerzas para seguir y recuperarte.


Bibliografía.

- http://www.cadenaser.com/sociedad/articulo/consecuencias-psicologicas-cambio-rostro/csrcsrpor/20090819csrcsrsoc_8/Tes
- http://www.abcdesevilla.es/hemeroteca/historico-05-12-2002/sevilla/Sevilla/los-efectos-psicologicos-de-los-transplantes-tema-de-investigacion_139743.html
- http://www.aepc.es/ijchp/articulos_pdf/ijchp-135.pdf


Carmen Capdevila Murillo.
1ºBachillerato.