jueves, 9 de febrero de 2012

Las terapias génicas.




¿Has pensado alguna vez en la importancia de los genes en tu vida cotidiana? ¿Has parado a reflexionar en la trascendencia casi definitiva que tiene en nuestras decisiones? Algo que determina como somos físicamente, describe nuestra personalidad o algo tan abstracto como nuestra forma de actuar no podía pasar desapercibido para los científicos, que ya se han puesto manos a la obra.

Primero fue la comprensión del sistema. No dista mucho de cualquier código qua haya podido ser creado artificialmente. El código binario de los ordenadores o el propio lenguaje responden a una serie de signos que, combinados de una forma determinada contendrán un mensaje. Comprender el código genético ha sido objeto de investigación por parte de una rama muy importante de la biología: la genética.

Todavía no lo comprendemos completamente, pero sí lo suficiente como para poder empezar a ver los primeros atisbos de una nueva ciencia: las terapias génicas.

Si empezamos a conocer como nuestro cuerpo codifica sus propias instrucciones, en teoría, deberíamos poder ser capaces de decirle al cuerpo exactamente como queremos que sea si sabemos introducirlo de la forma correcta.

Evidentemente, esto no sería muy útil cuando el individuo es adulto debido a que cada célula guarda la información, por lo que para que seta información fuera visible a nivel microscopio y por tanto útil, deberíamos modificar todas las células del cuerpo. Algo totalmente inviable. Al menos con la tecnología actual.

Pero… ¿cómo podemos introducir esta información? La respuesta la tenemos en la propia naturaleza. Hay ciertos tipos de virus que sustituyen (o introducen en el tuyo propio) su información genética en el núcleo de tus células. En un pequeñísimo porcentaje de casos, la información que introducen puede darnos algún beneficio como producir una enzima o proteína que podemos utilizar que antes no teníamos.

No obstante esta probabilidad requiere unos cuantos millones de años ya que es muy improbable que se produzca un beneficio durante esta operación. Pero si somos capaces de que la información genética que introduzca el virus esté ya codificada para que nos de beneficios podremos conseguir que nuestras células produzcan esas nuevas enzimas o proteínas que antes no teníamos. En otras palabras, utilizar un virus como transporte de la información. La principal utilidad sería curar tipos de enfermedades en las que existe un déficit de producción de algo en nuestro cuerpo. Como la diabetes.

Las probabilidades de codificación son prácticamente infinitas. En teoría, no sólo podríamos curar este tipo de enfermedades, sino cambiar cualquier cosa. Y cualquier cosa iría desde cambiar el color de los ojos hasta crear una personalidad a nuestra medida para nuestros hijos. Y aquí está el problema… ¿hasta cuánto podríamos jugar a ser dioses? ¿Hay un límite?

Este tema ha creado mucha controversia, hasta el punto de que fuera necesario crear unas normas internacionales y un comité de bioética que regulen las actuaciones y creen un patrón de comportamiento sobre qué y cómo se debe investigar sobre las terapias génicas.
Carlos Guallar Alcalde y Jorge Ferrer Beired

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