jueves, 19 de abril de 2012

EL ÓXIDO NITROSO TAMBIEN CUENTA:
Desde hace ya algunos años, tanto el calentamiento global en sí mismo como el cambio climático son algunos de los asuntos que, a nivel internacional, más reuniones y eventos producen. Uno de los objetivos principales de estas reuniones es la de analizar en profundidad cuáles son las más destacadas causas del cambio climático, y cuáles son las actuaciones que se pueden llevar a cabo para poder prevenir muchos de los problemas que se derivan de los mismos.
Una de las causas del cambio climático es la propia variabilidad que, de forma natural, sufre el clima, por ejemplo, se sabe que en los últimos dos millones de años se han alternado épocas de clima cálido con glaciares, las cuales han afectado de manera determinante a absolutamente todas las formas de vida en la Tierra.
La energía que recibimos del Sol, que tiende a llegar a la parte más alta de la atmósfera, se compone de luz visible, radiación infrarroja y radiación ultravioleta. Pero cuando esta energía solar llega a la superficie terrestre, ya ha sido absorbida en parte por el vapor de agua, la capa de ozono y otros componentes de la atmósfera, sin contar la propia vegetación en sí misma. Según la cantidad de radiación infrarroja que emite la Tierra, su temperatura debería ser de unos 18º C, pero lo único cierto es que la Tierra tiene una temperatura media de 15º C.
Si bien es cierto que el efecto invernadero es un fenómeno natural y beneficioso para la Tierra, existe otro tipo de efecto invernadero que tiene causas humanas, y que sí que es muy perjudicial.
Esto es así porque, como bien sabemos, se tiende a producir un aumento en la atmósfera de los diferentes gases de efecto invernadero, aumentando este efecto. En las últimas décadas la concentración de CO2 (dióxido de carbono) ha aumentado considerablemente, por el uso de combustibles fósiles como fuente de energía, en procesos industriales y para el transporte. No debemos olvidarnos en este punto del metano (CH4), otro gas de efecto invernadero cuya concentración en la atmósfera se va aumentando en mayor medida por el tratamiento de residuos en los vertederos, la gestión del estiércol, etc. También el óxido nitroso (N20) se utiliza como propelente para aerosoles o en la fabricación de lámparas fluorescentes e incandescentes, y eso por poner solo algunos ejemplos.
No es despreciable la contribución de algunas especies reactivas de nitrógeno, especialmente el óxido nitroso, derivadas de la propia utilización de dichos combustibles y del uso masivo de los fertilizantes nitrogenados. Una cantidad significativa de este abonado termina como amonio y óxidos de nitrógeno en el aire donde, además de deteriorar la capa de ozono, contribuyen al incremento del efecto invernadero. Parte de los óxidos, además, disueltos en el vapor de agua producen ácido nítrico que cae al suelo como lluvia ácida.
El contenido en óxido nitroso en la atmósfera se ha incrementado un 8 por ciento desde que empezó la revolución industrial y aumenta de un 0,2 a 0,3 por ciento anualmente llegando en la actualidad a estar entre 0,5 y 1,2 por ciento. Aunque este porcentaje es bajo si se le compara con el CO2, constituye con el 6 por ciento del efecto invernadero, pues tiene un potencial global de calentamiento 200-300 veces superior al del dióxido de carbono. Por otra parte, su conversión a ácido nítrico le lleva a alterar la capa de ozono al catalizar las reacciones de los compuestos clorados y bromados que destruyen el 03.
Se a creído que la fuente de ese crecimiento del aire en óxido nitroso era la creciente utilización de los combustibles fósiles, sin embargo su origen está en la actividad microbiana del suelo y mares enriquecidos en nitrógeno por la aplicación masiva de fertilizantes nitrogenados. Esto a supuesto la mencionada contribución al cambio climático o a la creciente contaminación del medio, que es la tercera amenaza para nuestro planeta. Pero el enriquecimiento en nitrógeno reactivo puede ser por otro lado, la base, aunque hay controversia, del misterio de porque la concentración de CO2 no crece paralelamente a la cantidad de gas liberado. Este nitrógeno permite la retención de más CO2 por los organismos fotosintéticos constituyendo un sumidero importante.
capa‑0ozono‑oxido‑nitroso‑taringa.j en el centro del texto de la segunda pag. A la derecha.
cambio‑climatico.jpg en la pag primera a la derecha en el primer tercio de hoja.

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